"No necesito hablar
ni mentir privilegios;
bien me conocen quienes
aquí me rodean,
bien saben mis congojas y mis flaquezas.
Eso es alcanzar
lo más alto,
lo que tal vez nos dará el cielo:
No admiraciones ni
victorias
sino sencillamente ser admitidos
como parte de una realidad
innegable,
como las piedras y los árboles.
(De "Llaneza", Jorge luis Borges)

martes, 19 de enero de 2010

Genealogía natural del amor


¿Viste alguna vez amarse a dos palomas? Voy a describírtelo:

Esta escena puede suceder en cualquier cornisa, cualquier terraza o techo de la ciudad. Pero si te interesa comprenderlo profundamente, tenés que verlo un mediodía soleado de primavera (si es sábado, mejor) e imaginándote que se trata de una metáfora en la cual, la naturaleza está hablando de vos.

Todo esto es tan lírico que da lástima pasar a lo biológico.

Una paloma tordilla se acurruca a tomar sol sobre una cornisa de tejas francesas que se encuentra justo delante de mi ventana. Mi ventana da a un contrafrente. El ambiente es íntimo, gris; y el vértico de los ocho pisos hacia abajo, excita.

En picada, por detrás del sol, quizás como una táctica para no ser visto hasta que sea demasiado tarde, cae un palomo. Ella lo ve, se sorprende, pero lo oculta; finge indiferencia. El palomo se indigna y, orgulloso, hincha su pecho y se pasea alrededor de su dama buscando conquistarla.

Ella se incorpora y realiza un amague de huida que termina diluyéndose en unos imaginarios puntos suspensivos hacia el abismo. Gira sobre si misma y evitando mirar a su contrario pasa al lado suyo. Indiferente y distante.

Todo llama a la timidez y a la desilusión de nuestro Palomo azul; no hay ningún dato objetivo que le indique alguna probabilidad de éxito. Sólo existe la indiferencia. Pero, ¡ah! la indiferencia, está tan cerca del disimulo. Y el palomo lo sabe. En un instante, gira siguiendo el recorrido de ella, la aborda y busca su boca... ella, sorprendentemente, no rehusa.

Éste es quizás el momento de mayor ternura. Y es que la entrega de ella exige, inevitablemente, la retirada del orgullo y la soberbia de él. En este momento sólo existe el amor.

Progresivamente, los besos y las caricias se hacen más intensos y apasionados, el cuerpo de ambos se tensa y lo que antes era ternura pura, ahora es violencia y excitación. Luego, como si ambos sin decir palabra hubieran tomado una decisión, se alejan uno del otro. Ella se exiende en el suelo y él la cubre con sus alas, son dos segundos, y es como un vacío técnico después de la voluptuosidad.

Finalmente se separan y quedan silenciosos un largo tiempo. Mudos y quietos como dos estatuas en la cornisa.

Sorpresivamente él levantará vuelo. Ella se estremece ante lo súbito de la decisión, pero, olvidando su orgullo, le sigue.

Éste es el cuadro, y es igual con el género humano."

4 comentarios:

  1. Carlos:

    Antes que nada quería decirte que soy @Hemimorfita.

    Una vez una compañera, que ahora es una gran amiga, me dijo: "El perro de mi papá se está enamorando". Ella me contó todas las señales que estaba dando de enamoramiento, su comportamiento frente a la perra elegida. Recuerdo que en esa época me llevaba muy bien con un profesor. Bueno, en realidad el tipo era de esos tipos verdes a los que les interesa de cierta manera sus alumnan. Y yo era como una presa fácil. Sin embargo, nunca estuve interesada en él. En fin, me dirigí a él, y le comenté lo que habíamos estado hablando con mi compañera. Él se sobresaltó, y rápidamente me dijo: "Los animales no tienen sentimientos, no siente, ergo, tampoco se enamoran". Durante mucho tiempo quedé con esa impresión. "Los animales no se enamoran", pensaban. "Los animales no sienten", recordaba. Muchas veces observaba a mi perro. Él me daba amor, o eso me parecía a mí. Pero volvía a recordar lo que aquel profesor me había dicho, y negaba todo pensamiento que sostuviese que un animal podía transmitir amor.

    Ahora, leyendo su gran escrito, pienso en que un animal SÍ puede enamorarse. Que también sienten los animales. Me parece posible. Sus palabras, tejidas de una manera excepcional, me hicieron ver otra versión de las cosas. Un animal enamorado es reflejo mismo de un ser humano enamorado.

    Gracias, Carlos.

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  2. Es cuando el hombre se olvida que es solo un hombre, cuando el genero humano, deja de ser humano.
    Impecable, Chapeau.

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  3. Es todo. Claro que los animales se enamoran, como el genero humano.
    Muchas veces vi a las palomas, y las vi sentada en un banco de una plaza con quien en ese momento compartia mi vida. Observaba lo mismo que vos describiste en el relato.

    Gracias.
    Ella lo sigue...el le pide que la siga.

    Un beso, me encanto.

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  4. gracias por compartirlo.
    Que puedas verlo y describirlo es,en la pluma de un hombre: erotico, bello y muy tierno...
    "Creemos un nuevo amor
    Seamos mansos y adaptables.
    Continentes y mares
    Antídotos del dolor.
    Juntemos al alacrán y al grillo
    En la curva del amor"
    ;)

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